Secretos de París y de Tokio
Tras la alta esperanza de vida de las mujeres japonesas y francesas se encuentran unos hábitos de alimentación saludables que, por supuesto, nos suscitan un poquito de envidia, pero también ofrecen suculentas pistas para comer de forma equilibrada sin echar de menos casi nada. Toma nota para cuando termine tu plan Begoísta
La esperanza de vida en Japón es la más alta del mundo, dato que siempre sale a relucir cuando nos fijamos en sus estadísticas como sociedad. La media se encuentra en 87 años para las mujeres y 81 para los hombres, según datos de 2019 de la Organización Mundial de la Salud. Vaya, vaya… En España, los indicadores no están mal -son 85,7 y 80,7 respectivamente-, pero hoy hemos venido a hablar de Francia, donde el 79,8 masculino confronta con los 85 años de las féminas. ¿Todo esto tiene alguna explicación? Pues claro, querid@. ¿Acaso pensabas que lo que te llevas a la boca no influye en el tiempo que pasas en este mundo? Y sobre todo, y aún más importante, en cómo lo pasas.
Ahora que tu plan Begoísta he terminado, quizá te interese asomarte a esos secretos de París y Tokio que pueden determinar tu futuro. Durante un tiempo lo has tenido todo más o menos pautado, y eso ha estado bien. Pero si con la vuelta a la libertad sientes el vacío, te asomas a la nevera con preocupación y empieza a sobrevolarte el agobio, coge aire y asume que es normal. Eres el pájaro que sale del nido y no sabe dónde posarse. Gracias a nuestros planes, has sentido, has avanzado, te has reseteado y has renacido. O quizá sólo alguno de estos pasos, porque cada cual elige qué trayecto realizar. Pero puedes seguir viviendo en el PLACER, sin confundir el itinerario y cuidando los mínimos detalles.
Come, más o menos de todo, pero de forma equilibrada. Los japoneses tienen dietas con muchas frutas y verduras, carne y pescado, entre otros frescos y alimentos a base de granos. Los franceses son los reyes de la gastronomía y saben que entregarse al gozo también sirve para saciar el hambre emocional. En Begoístas te vamos a explicar los secretos que guían sus dietas -secretos que, en realidad, siempre han estado a la vista-, lo que te permitirá inspirarte y mantener tus niveles de energía y hedonismo muy altos.
Con calma, MON AMOUR!
¡Ah, la France! Seguro que sí, pero si no has estado en París, se te está haciendo tarde. Francia es un país especial, donde la gente tiene una filosofía muy parecida a la del Begoísmo: no hemos venido a esta vida para sufrir, y menos cuando nos sentamos a la mesa. Se explica muy bien en la obra de Mireille Guiliano, titulada ‘French Women Don’t Get Fat’, que ofrece claves de interés para comprender el porqué las francesas no engordan.
Vamos a contártelas, aunque en realidad ya las conoces. Todo parece indicar que el motivo está relacionado con la despensa, pero también con la forma de encararla. Porque sí: los galos son famosos por sus vinos, quesos y repostería -la imagen de un francés volviendo a casa con una baguette bajo el brazo puede parecer tópica, pero es real; algunos llevan hasta berets para redondearla-. Sin embargo, Francia también presume de otros alimentos que proceden del campo, además de carne y pescado de gran calidad. Y la clave, según Guiliano, es precisamente esa: “Comer únicamente comida de gran calidad”. Está a tu alcance en el mercado, la tienda del barrio o en nuestra propia web. Y si has realizado algún plan Begoísta, estás más que acostumbrada.
El enfoque también es fundamental. Come de todo -menos ultraprocesados, eso jamás- y procura que las porciones sean pequeñas, casi delicadas. Luego siéntate a la mesa con calma, dispuesto a regodearte en el placer, porque nada sacia más que saborear la comida. ¿Acaso no te sucede que cuando visitas un buen restaurante no necesitas que los platos sean de gran tamaño? Si quieres recurrir a los números, Guiliano cree que una comida ideal estaría compuesta por unos 100 gramos de carne o pescado. También una taza de ensalada, media taza de verdura, una fruta mediana, una rebanada pequeña de pan -aunque las Begoístas no recomendamos el gluten-, media de arroz, unos 75 gramos de patata, una taza de cereales, 25 gramos de frutos secos, 25 gramos de chocolate…
Podríamos seguir con la enumeración, pero basta. Recuerda que esto no va de contar calorías, porque comer junto a una calculadora es aburrido. En mayo del 68, en Francia se hizo famoso el lema “iI est interdit d’interdire”, que se traduce como“prohibido prohibir”. Y de eso va la filosofía Begoísta: de comer sin culpas. Camina y muévete un poco, y descubrirás por qué las mujeres francesas no engordan. Mireille también recomienda dormir las horas adecuadas, meditar, pintar, escribir… ¿Te suena de algo? A partir de aquí, podríamos debatir si Francia es el lugar del mundo donde mejor se come y se bebe, pero perderíamos tiempo en una batalla dialéctica que tiene la respuesta cantada.
- Verdura
- Fruta
- Cereales
- Carne
- Pollo
- Pescado
- Huevos
- Alubias
- Lácteos
- Frutos secos y semillas
- Aceites saludables
- Alimentos procesados
- Grasas saturadas
- Porciones de gran tamaño
- Comer sin ser conscientes
- No te sentirás culpable
- No hay comida prohibida
- Es un estilo fácil de mantener
- Te lo vas a pasar de muerte
JAPOTIPS para enamorarse
Última llamada: el vuelo con destino a Tokio está a punto de salir. De París viajamos al país del Sol Naciente, una de las naciones más importantes a nivel gastronómico. ¿Es casualidad que en las grandes cunas hedonistas del mundo sepan comer bien? No puede serlo, darling. Cerezos en flor, hoteles cápsula, ceremonias del té y, por supuesto, mucho sushi, en un archipiélago compuesto por cientos de islas con caladeros de pesca envidiables. Las mujeres tampoco engordan en este país -no pienses en los luchadores de sumo, ellos lo hacen adrede-, ¿y sabes por qué? Estamos ante una cultura milenaria que guarda secretos con celosía, pero otros siempre han estado abiertos a Occidente.
Tiembla, Indiana Jones, que hemos descubierto el Santo Grial. Una vez más, contamos con una guía de expedición: se trata de Naomi Moriyama, autora de ‘Japanese Women Don’t Get Old or Fat: Secrets of My Mother’s Tokyo Kitchen’, donde revela los secretos de la cocina de su madre -digamos que el título es literal-. En este sentido, relata que en la alacena familiar siempre ha habido pescado y verdura, incluidas algas del mar, además de arroz integral, tofu, miso, fideos, té y fruta. Moriyama también come ternera y pollo, pero más como condimentos que como platos en sí. Eso sí, ni lácteos, ni harinas. Es decir, sus preceptos alimenticios se parecen mucho a los de los Planes Begoístas.
¿Cuáles son los puntos en común con las francesas? Pues, precisamente, los hábitos ante el plato y la manera de concebir la gastronomía. De hecho, Moriyama cree que no existe la ‘dieta japonesa’, sino que propone “enamorarse nuevamente de la comida”: “La cocina de mi madre olía a tierra, mar y montañas… Olía a vida”, relata. Los principios irrenunciables te sonarán: no comas más de la cuenta, aliméntate hasta que estés lleno al 80% -la popular regla hara hachi bu- y concede prioridad a la verdura fresca, entre otra amplia variedad de alimentos para no terminar aburrido. Ah, y tontea de nuevo con el arroz y la fruta, que es lo preferible para el postre, teniendo en cuenta que en Japón no son fans del dulce. Lo de quitarte las harinas y los lácteos que decíamos, ¿lo recuerdas?
Lo cierto es que científicamente, las japonesas son las menos obesas del Primer Mundo y, además, tienen la esperanza de vida más alta del planeta. Habrá un componente genético, puede ser, pero lo cierto es que cuando salen de su isla y empiezan a alimentarse al estilo occidental, su salud se ve afectada en mayor proporción.
¿Qué comen las japonesas?
- Algas
- Verduras
- Frutas
- Cereales, sobre todo arroz
- Poca carne y poco pollo
- Pescado
- Huevos
- Judías y alubias
- Carnes rojas en exceso
- Alimentos procesados
- Azúcares refinados
- Lácteos
- Pan
- Harina
- Es más un estilo de vida que una dieta
- Mucha comida primaria
- Vuelta a los alimentos de siempre
- Nadie echa de menos los dulces